Ya seas un aventajado escalador de tapia o un futuro comerocas, el encanto inconfundible de Riglos no te dejará indiferente. Tenía ya ganas de volver a esta mole vertical que surge de la nada e invoca a gente de todos los rincones del mundo (Lituanos locos...luego veremos porque), sobre todo después de la tanda de exámenes que, aunque ya parece que ha pasado una eternidad, no hace más de dos semanas que me declaré en libertad.
Ganando altura
Esta vez, mi compañero de viaje vertical ha sido Ricardo que ha cambiado sus costumbres más deportivas por las alpinas...y ya piensa en más aventuras tapieras. Lástima que la falta de costumbre a las alturas le halla jugado una mala pasada, y es que en la escalada no todo es brazo, hay que entrenar también el coco y la rigloterapia es lo mejor bicho! Por suerte (o por desgracia), aqui el que escribe ya empieza a ser un "aventajado escalador" en Riglos -por no auntodenominarme loco- y me ha tocado tirar los más de 200 metros de "La Fiesta de los Biceps" (235 m, 7a) de primero... con el consecuente reventón de motor en los cuchillos del último largo. En definitiva, como siempre (aún con la reventada que hemos acabado), excelente actividad riglera que hemos disfrutado en solitario (tanto o más que la tortilla de después) y en la que a Ricar ya se le ha metido el gusanillo de la altura en vena.
Las migratorias comienzan el retorno
Ricardo bufando en Riglos
Riglos
Objetivo cima cumplido
Como colofón de la jornada y ya casi como habitual en Riglos, terreno de aventura, nos encontramos en la cima con dos amigos lituanos que se disponían a practicar salto base desde la cima de la Visera. No se si pensar en la locura que es saltar al vacío tan "cerca" del suelo o en la envidia que me da al pensar en la descarga de adrenalina que tienes que sentir al saltar...algún día comprobare si es locura o no.